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- Profesión: Psicóloga. Coaching Educativa
Entradas de herminiapsicologia
La ansiedad por tener pareja
- Por herminiapsicologia
- El 18/06/2024
La ansiedad por tener pareja suele originarse en una excesiva focalización en este objetivo. Una vez se tiene pareja, la ansiedad se puede transformar en el miedo a perderla, independientemente de lo que esta relación aporte. Esta angustia es amplificada por la presión social de encajar en ciertos patrones. Aunque existen herramientas modernas para buscar pareja, estas no garantizan resultados y pueden generar frustración y ansiedad.
Vivimos en una sociedad acelerada y exigente, que impone altos estándares, incluso en las relaciones de pareja. Además de conocer personas a través de vínculos cercanos, las redes sociales permiten contactos con gente de diferentes lugares, pero no aseguran éxito en lo emocional.
La búsqueda de la "media naranja", un ideal romántico perfecto, puede llevar a ceguera cognitiva en las primeras etapas de una relación. Cuando la fase de enamoramiento pasa, las parejas enfrentan el reto de gestionar las diferencias reales. La percepción de no tener pareja puede intensificar la ansiedad, especialmente si amigos cercanos están en relaciones, lo que puede llevar a intentos desesperados de encontrar o mantener una pareja.
Esta ansiedad puede ser tan intensa que una persona tolere situaciones extremas, como la violencia, por miedo a estar sola. La dependencia emocional puede desarrollarse, y algunas personas pasan de una relación a otra sin procesar sus emociones, complicando su crecimiento personal.
La ayuda profesional puede ser necesaria, y actividades en solitario pueden fomentar el autodescubrimiento. Gestionar la ansiedad por tener pareja es complejo, y es importante reflexionar sobre cuántas veces uno se ha adaptado a otros, dejando de ser auténtico, y cuál ha sido el coste de ello en términos de tiempo, salud y seguridad personal.
Empatía
- Por herminiapsicologia
- El 11/06/2024
La empatía es una cualidad que poseen las personas que son capaces de ponerse en el lugar del otro, compartiendo su dolor o su alegría, sus preocupaciones o sus esperanzas.
Esta habilidad social tan valorada -aunque no tan extendida como nos gustaría- pone a estas personas en una situación especial que los diferencia de aquellas que carecen de empatía. Por eso hay situaciones que solo la gente empática es capaz de comprender.
Las personas empáticas tienen tendencia a ser indulgentes respecto a los defectos y debilidades de las personas. Por eso, una persona empática es capaz de entender que incluso en las peores circunstancias, una persona es capaz de tener buenas intenciones, de pedir perdón o de apreciar cualquier gesto bueno en su beneficio.
Rara vez podemos ofrecer lo mejor de nosotros mismos en el primer contacto. Puede que ni siquiera podamos hacer en el segundo ni el tercero.
Las personas empáticas comprenden que la primera impresión no es tan importante como la pintan, y que es posible superarse a medida que la confianza crece. Las personas empáticas saben que conocer a una persona lleva toda una vida.
A todos nos gusta que nos escuchen y que nos dejen hablar sin sentirnos juzgados. Las personas empáticas saben que escuchar es una gran virtud y que, cuando alguien necesita hablar, su silencio es un regalo, incluso aunque el otro tarde en arrancarse a desnudar su corazón.
Las personas empáticas sufren el dolor y la alegría de las personas que quieren, y saben cuándo deben estar. Pero también saben cuándo sobran y tienen que marcharse.
El problema que tienen las personas empáticas es que les cuesta cortar los lazos con las personas que resultan tóxicas en su vida porque emocionalmente están conectados.
Para otros es fácil desprenderse de aquellos que les hacen sufrir, pero para una persona empática es un duro trabajo de desvinculación emocional que nunca se rompe por completo.
Las personas empáticas saben lo que necesitan los demás y cuándo dárselo a la gente. Sin embargo, cuando ellos son los que necesitan de otros o esperan algo de ellos no suelen recibirlo. Esto provoca en las personas empáticas una sensación de vacío y frustración.
Aun así, no son capaces de devolver la misma moneda, y siguen haciendo lo que tienen que hacer cuando sienten que deben hacerlo.
Las personas empáticas cuidan sus palabras antes de hablar, especialmente cuando la felicidad o el ánimo de la otra persona está en juego. Las personas empáticas buscan las palabras que el otro necesita oír y las dicen con delicadeza, buscando la manera de no hacer daño.
Las personas empáticas se encuentran a menudo en situaciones complicadas en las que ejercen de abogado del diablo con el fin de ayudar al otro a aclarar sus pensamientos.
Las personas empáticas no se conforman con decir lo que el otro quiere oir, sino que le demuestran la realidad con eficacia e inteligencia.
Las personas empáticas no viven la vida en los extremos, sino que disfrutan los matices. Cuando alguien se pone en uno de los extremos, las personas empáticas son capaces de mostrarle que no todo es blanco o negro, mostrándole todas las posibilidades que hay por el camino.
La impulsividad
- Por herminiapsicologia
- El 10/05/2023
La impulsividad es un rasgo que con frecuencia va acompañado por todo un conjunto de características en la personalidad. La primera de esas características es el inmediatismo. Este tipo de personas necesitan resultados rápidos y tienen gran dificultad para esperar. Quieren que todo se lleve a cabo en el menor tiempo posible.
De otro lado, es muy frecuente que las personas a las que les cuesta no precipitarse tengan un estado de ánimo inestable. Cambian de humor con facilidad, pasando de la risa a la tristeza, o de la ira a la alegría de una manera muy brusca. Así mismo, es muy habitual que les cueste mucho trabajo diseñar planes y ejecutarlos. No logran ser metódicos en lo que hacen, sino que cambian a mitad de camino.
Quienes tienen dificultades para no precipitarse parece como si no entendieran el tiempo. Es muy usual que les falte tiempo para completar su agenda. Es como si siempre estuvieran ocupados y generalmente tardan más de lo usual en completar sus tareas o actividades.
La clave para no precipitarse es en realidad simple: generar un margen de espera. Quien se precipita generalmente lo hace de forma automática. Opera bajo una lógica de acción-reacción que funciona mecánicamente. Lo primero, entonces, es preguntarse si uno está actuando de esa manera. Si se deja llevar por el impulso y después se arrepiente.
De ser así, lo adecuado es adoptar una perspectiva de observación sobre uno mismo. No es fácil al comienzo, pero con un poco de constancia se logra. Se trata de crear una especie de alarma interna que se active cuando estemos en un pico emocional. Dicha alarma debe llevarnos a hacer un alto de tan solo cinco segundos.
Ese breve lapso nos sirve para respirar o simplemente para contar hasta diez.
La primera dificultad con la que nos encontramos al hablar de este tema es cierta confusión en torno a la impulsividad. Hay quienes piensan que no precipitarse es una señal de extrema rigurosidad o de falta de espontaneidad. Así mismo, no faltan quienes creen que el autocontrol o las conductas medidas son una especie de falta de franqueza.
Es cierto que no es bueno ni sano «medir» todas y cada una de las conductas que llevamos a cabo. Todo extremo es indeseable y tampoco podemos convertirnos en una especie de carceleros o vigilantes permanentes de nosotros mismos. Hay muchas circunstancias en las que las “conductas sin filtro” son muy valiosas.
El problema aparece cuando nos enfrentamos a situaciones que exigen el uso pleno de la razón. Decisiones o acciones que podrían tener múltiples consecuencias negativas si no se sopesan con cuidado. Es ahí donde cobra importancia el arte de no precipitarse. Muchos de los grandes errores surgen precisamente por un impulso.
En principio, lo adecuado es no precipitarse en las situaciones que implican un posible daño para nosotros mismos o para los demás. No es fácil separarlas del resto.
En determinadas circunstancias, una acción simple desencadena toda una cadena de consecuencias indeseables. En otras, hasta un grave error no causa mayor impacto. ¿Cómo precisar esto?
Se puede decir que toda situación en la que esté involucrado un sentimiento demasiado intenso se debe abordar con cuidado. En particular, no es adecuado que se actúe cuando ese sentimiento, positivo o negativo, prima de manera contundente. Esto porque los sentimientos y las emociones pueden precipitar juicios poco justos o actuaciones desproporcionadas.
Se requiere de un mínimo margen de serenidad para tomar la decisión de decir o hacer algo que pueda tener consecuencias. Es bueno adoptar el hábito de no actuar cuando percibimos que hay una emoción o un sentimiento demasiado influyente o incluso invasivo en un momento dado. Ese estado no suele mantenerse tan intenso por mucho tiempo, así que a veces solo es cuestión de esperar un momento.
La impulsividad es un rasgo que con frecuencia va acompañado por todo un conjunto de características en la personalidad. La primera de esas características es el inmediatismo. Este tipo de personas necesitan resultados rápidos y tienen gran dificultad para esperar. Quieren que todo se lleve a cabo en el menor tiempo posible.
De otro lado, es muy frecuente que las personas a las que les cuesta no precipitarse tengan un estado de ánimo inestable. Cambian de humor con facilidad, pasando de la risa a la tristeza, o de la ira a la alegría de una manera muy brusca. Así mismo, es muy habitual que les cueste mucho trabajo diseñar planes y ejecutarlos. No logran ser metódicos en lo que hacen, sino que cambian a mitad de camino. Así mismo, es muy beneficioso planear y realizar actividades a medio y largo plazo. Iniciar un curso e ir a todas y cada una de las clases. Plantar una semilla y cuidarla hasta que sea una planta. Todo ello aumentará la perseverancia, el sentido de control y el control, también situaciones críticas.
Comunicación Asertiva
- Por herminiapsicologia
- El 22/02/2023
La comunicación asertiva en la familia significa expresar nuestra opinión de forma consciente, congruente, clara, directa y equilibrada; su finalidad es la de comunicar nuestras ideas y sentimientos sin la intención de herir o perjudicar, actuando desde un estado interior en el que habite la confianza.
Desarrollar una comunicación asertiva en la familia repercutirá de manera positiva en nuestra salud emocional y mental, además de permitirnos ver la realidad con más claridad y establecer relaciones sólidas con los miembros de la familia. Además, favorece:
• Reducción del estrés.
• Mejora de tus habilidades sociales y personales.
• Mejor control de los impulsos o la rabia.
• Mejora tu autoestima.
• Entiendes mejor tus emociones.
• Te respetas y te ganas el respeto de los demás.
• Mejoras tus habilidades para tomar de decisiones.
• Ganas en satisfacción personal.
Es esencial tener una comunicación asertiva en la familia para fortalecer las relaciones entre sus miembros. La buena comunicación se ve reflejada en vínculos sanos, respeto mutuo, afecto, cariño y compañerismo, ya sea en la relación de los padres, estos con los hijos o entre hermanos.
Una comunicación asertiva parte del respeto hacia la otra persona. Antes de dirigirnos a nuestros hijos, dediquemos un tiempo a pensar qué vamos a decirles y cómo vamos a hacerlo, especialmente cuando el mensaje que queremos trasmitir es importante y queremos que cale en ellos.
También debemos inculcar en ellos la empatía hacia los demás. Si toda la familia intenta comprender lo que piensa y siente el otro, será más fácil entablar un diálogo y que las discusiones no erosionen la confianza.
*lamenteesmaravillosa
Angustia
- Por herminiapsicologia
- El 31/01/2023
La angustia es un estado afectivo que causa malestar, sensación de sofoco, sufrimiento mental e incluso tristeza. Está relacionada con el temor (miedo irracional), la desesperación y, en muchos casos, con la incertidumbre. El miedo a la separación, el acoso en la escuela o en el trabajo o los pensamientos irracionales e intrusivos, entre otras situaciones, pueden provocar angustia.
Es frecuente que el término angustia se confunda con ansiedad. En este artículo hablaremos de las diferencias entre ambos conceptos y profundizaremos en las causas, los síntomas y los posibles tratamientos de la angustia.